1.- Ama. Si no puedes amar mucho, no enseñes a los niños.
2.- Simplifica. Saber es simplificar sin quitar esencia.
3.- Insiste. Repite con naturaleza, repite las especies hasta alcanzar la perfección.
4.- Enseña. Con intención de hermosura, porque la hermosura es madre.
5.- Sé fervoroso. Para encender lámparas, basta llevar el fuego en el corazón.
6.- Vivifica tu clase. Cada lección ha de ser viva como un ser.
7.- Recuerda que tu oficio no es mercancía, sino un oficio divino.
8.- Acuérdate, para dar, hay que tener mucho.
9.- Antes de dictar tu lección cotidiana, mira a tu corazón y ve si está puro.
10.- Piensa en que Dios se ha puesto a crear el mundo de mañana.
Gabriela Mistral